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LA CIUDAD SILENCIADA


Todos los fuertes paradigmas admiten muy poca literatura. Poca literatura, pero muchas historias llenas de lugares comunes, tópicos y caricaturas. Recuerdo la ciudad que viví, no la que me contaron ni recreada, ni la ciudad de la mugre tasquera con sus modernos populares, hablo de la ciudad de los sesenta, silenciada y olvidada, ahora que tantas modas de turistas y sevillanos guiris son su mayor amenaza. El sevillano guiri, curioso tipo que abunda, nació en el extrarradio, fruto de aquellas oleadas migratorias a los nuevos barrios en los cincuenta y sesenta, tienen un cierto idealismo bobo sobre la ciudad histórica, retomando una crónica blanda y superficial de la cultura popular. Siempre me parecieron la emigración más triste y acatetada. Entonces la ciudad silenciada tenía un paisaje celeste, se podía uno mover por todo un barrio y calle a través de sus azoteas. Hoy el turismo es una gran amenaza, yo mismo ya guardo silencio ante rincones e historias, pasaron los tiempos del gozo de enseñar los secretos de una ciudad dormida, aunque algunos se les ponga semblantes de cronistas sentimentales de un nuevo mediterráneo y vengan, en el colmo, a descubrirnoslo. Sevilla sentimental, fue un misterio con muy mala prosa y peor historia. Ayer lo pensé y hoy lo traigo aquí, no desvelaré ninguna más, ante un querido rincón y el recuerdo de la visita que al lugar hizo el célebre arquitecto Aldo Rossi a mediados de los setenta, allá en el ultimo pretil más alto que mi casa natal y de su mismo arquitecto, recordaré sus palabras y pondré el cartel de STOP TURISMO, STOP GUIRIS. Menos mal, entre la cutrez y la cursilería de tanto dilectante y paseante, me queda aquella ciudad que viví silenciada, esa nunca me la podrán arrebatar. Lejos del dogma de las almas bellas en su baratillo lírico.


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